Fortalezas.
Hay varias fortalezas que tiene el modelo cognitivo. En primer lugar, la terapia cognitiva, que tiene como objetivo cambiar los patrones de pensamiento de los pacientes para ayudarlos a lidiar con la enfermedad mental, tiene una alta tasa de éxito. Los pacientes que son tratados con el modelo cognitivo parecen tener mejores resultados que aquellos que son tratados con algunos de los otros modelos psicológicos. Esto es particularmente cierto en pacientes que padecen trastornos de ansiedad y problemas de control de impulsos.
Otro punto fuerte del modelo cognitivo es que numerosos estudios han demostrado que las personas que padecen enfermedades mentales tienen patrones de pensamiento defectuosos. Las personas con trastornos alimentarios, por ejemplo, a menudo están atrapadas en ciclos de pensamientos poco saludables sobre la comida. Y Fran tiene patrones de pensamiento negativos sobre su insomnio: incluso antes de intentar irse a la cama todas las noches, comienza a pensar en lo que le costará hacerlo.
Finalmente, la terapia cognitiva consiste en capacitar al cliente para que se haga cargo de sus pensamientos y los cambie. A diferencia de la prescripción de un fármaco, la terapia cognitiva depende y anima a los clientes a tomar el control y ser una parte importante de su propio tratamiento.
Criticas.
El modelo asume que los pensamientos cognitivos son la causa de la enfermedad mental y no un síntoma. Existe evidencia de que las personas con trastornos psicológicos tienen patrones de pensamiento defectuosos; sin embargo, no hay forma de saber si esos patrones de pensamiento están causando el trastorno o si son causados por el trastorno.
Otro problema con el modelo cognitivo es que no hay forma de registrar científicamente los pensamientos de una persona. Un terapeuta conductual puede observar los comportamientos de una persona y un neuropsicólogo puede observar un escáner cerebral, pero los pensamientos de una persona son internos y no se pueden medir. Lo más cerca que puede llegar un terapeuta cognitivo de medir los pensamientos de su cliente es preguntarle qué está pensando. Sin embargo, un paciente puede mentir, ya sea deliberadamente o sin siquiera darse cuenta de que no está representando con precisión sus propios pensamientos.
Finalmente, lo mismo que hace que la terapia cognitiva sea empoderadora, para algunas personas, también puede hacer que parezca que se les culpa por sus trastornos psicológicos. Debido a que la terapia cognitiva le asigna al paciente la responsabilidad de cambiar sus pensamientos, si el tratamiento no tiene éxito, puede hacer que el paciente se sienta fracasado.
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